viernes, 2 de marzo de 2012

El día “D”

No era una persona muy madrugadora, habitualmente me costaba bastante hacerlo, pero aquel día me levanté al amanecer. Quería tener la mente clara para poder pensar con tranquilidad. Necesitaba darme mi tiempo porque era una decisión muy importante. Tal era su importancia que posiblemente mi vida cambiara pronto.

La indecisión protagonizó las primeras horas de aquel día. Unas veces me decidía por el sí, otras por el no. No paraba de darle vueltas al asunto. Cada una de las opciones tenía sus pros y sus contras. “¿Por qué no hacemos más fácil la vida?”, me preguntaba a mí mismo. Siempre me había gustado complicarme las cosas.

Y así llegué a la hora de comer. Hasta las cinco en punto de la tarde no tenía que hacer acto de presencia. Pero posiblemente ya hubiera mucha gente esperando. Todavía tenía cierto margen para meditar.

Había quedado con un amigo para almorzar en el mismo sitio de siempre. Quizá me sacara de estas eternas dudas. “Manolito, lo mejor es que seas consecuente con el corazón y digas que no”, me decía mi compañero de batallas.

Tras un refrigerio lleno de nervios, llegó la hora de marcharse. Ya no quedaba nada. Al llegar, en la puerta se congregaba mucha gente que al verme me preguntaron por mi decisión. “Ya lo veréis”, les respondí con cierta ironía.

A las 18:22 de aquella tarde dijeron mi nombre, me levanté de mi asiento y cuando me disponía a responder escuché con una voz grave: “Quieto todo el mundo”. Era 23 de febrero y estaba en el Congreso de los Diputados. Me quedé sin votar en la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. El resto ya lo conocéis…

3 comentarios:

  1. manu eres un grande. disfruto mucho, y de verdad, tú blog. con más como tú montabamosun periodismo distinto, fresco, joven y que enganche. dale duro socio!!

    ResponderEliminar
  2. Alberto, se nota que eres mi amigo, jejeje. Muchas gracias por tu apoyo. Se agradece...

    ResponderEliminar
  3. Genial,genial, genial. Quiero más relatos de este tipo!Animo

    ResponderEliminar