viernes, 11 de mayo de 2012

Vuelve Eduardo Mendoza con su loco detective

La actual crisis en la que estamos sumidos es la protagonista, casi única, de los informativos que vemos a diario en televisión. Podría aventurarme a decir que la amplia mayoría de noticias que aparecen están relacionadas con ella. Pero además de ser un grave problema internacional, en el caso de El enredo de la bolsa y la vida, último trabajo narrativo de Eduardo Mendoza, sirve de contexto donde se desarrolla la trama principal. La política vuelve a servir de inspiración literaria: durante el transcurso de la novela dirigentes ampliamente conocidos por todos como Angela Merkel o el alcalde de Barcelona (no dice el nombre, pero sí el cargo) se convierten en personajes caricaturitescos.

El escritor catalán vuelve al panorama literario nacional de la mano de su personaje más célebre. El famoso detective sin nombre y peluquero de señoras de profesión, al que ya vimos en El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras, regresa a la acción con la crisis de telón de fondo.

Tras declinar una proposición para delinquir de su antiguo compañero de manicomio, Rómulo el Guapo, el protagonista se embarca en una investigación cuyo objetivo es desarticular una red terrorista que pretende atentar contra la canciller alemana durante su visita a la Ciudad Condal. Para ello cuenta con la ayuda de una cuadrilla, cuanto menos surrealista, formada por la adolescente Quesito, el anticuado timador Pollo Morgan, el africano albino que trabaja de estatua humana en las Ramblas Kikijuli Kakawa “El Juli”, la revolucionaria y acordeonista callejera Moski, el repartidor de pizzas Manhelik y el señor Armengol, dueño del bar Se vende perro.

Eduardo Mendoza consigue una novela sencilla y sin muchas pretensiones, pero que atrapa al lector gracias a sus grandes dosis de humor y sátira. A lo largo de la historia moldea un retrato de la Barcelona actual, una ciudad en la que proliferan cada vez más los bazares chinos en detrimento de los comercios tradicionales, pero cuya convivencia pacífica puede resultar provechosa para ambas partes.

Cuatro pinceladas

La frase: Estadísticamente era improbable que en aquella birria de inmueble vivieran dos bombonazos.

El momento: Rómulo el Guapo se dispone a atracar una joyería del Paseo de Gracia, en Barcelona, pero por error se confunde y entra en una tienda de platos hechos y comida preparada.

El personaje: La canciller alemana Angela Merkel, que hace muchos muchos años, digamos en sus tiempos mozos, tuvo un desliz con un joven español llamado Manolito.

La anécdota: El autor, según ha declarado en más de una ocasión, empezó escribiendo otra novela, pero le salió ésta. Además, ha asegurado que la idea surgió cuando paseando por Barcelona vio dos carteles, uno que decía “Centro de Yoga Jardín de la Perfecta Felicidad” y otro enfrente que rezaba “Se traspasa”.

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